Después de 35 años soy padre. Después de 25 Años de Impunidad cierro una etapa, esa en la que vivía a partir de la muerte de mi padre. Muerto en manos del Estado. Muerto por militar en el MRTA. Muerto desde ese 17 de Abril En La Memoria de 1993.

Cierro esta etapa sintiendo un gran alivio. No es fácil romper el silencio, se piensa mucho en las consecuencias de alzar la voz para denunciar. Y por eso mismo, me siento bien de haber logrado decir todo lo que hasta el día de hoy pienso con respecto a mi padre, su militancia y su muerte. Sigo luchando por justicia, pero ya no cargo el mismo peso al hacerlo.

Empiezo una etapa en la que al mirar mi niñez veo la fuente para pensar un futuro difente para mi, para mi familia y en especial para mi hija. Lograr la felicidad no significa vivir sin tristezas, pues son estas últimas las que más me hacen valorar los momentos felices al lado de mi familia, de mis hermanxs de Hijxs de Peru y de mis amistades, personas todas que caminan a mi lado a pesar de todo y gracias a nada.

Hoy decido más que nunca por dar rienda suelta a la alegría. A celebrar que acá sigo. Acá seguimos quizás los mismos de siempre, quizás algunxs más, pero seguimos… eso es lo que importa.