Son 25 años
57 años tendría tu viejo hoy, Rafo, pero vos ya le pasaste la edad…
Hagamos algo, me dijiste. Son 25 años, me recordaste, y yo me sentí
abrumada. Fue porque la primera vez que me contaste de tu viejo, habían
pasado 14 años y nos parecía demasiado tiempo para tanta impunidad, para
tanto silenciamiento.
Y mucho ha cambiado desde esa primera vez en que te preguntaba porqué
cuando contabas la historia de tu viejo, decías que murió y no que lo
mataron. Tu respuesta fue la de ese niño de 9 años al que le mataron a
su papa, Y es que suena feo, no? Suena muy feo.
A Rafael Salgado Castilla lo torturaron hasta matarlo en la estación
de la DIVISE, fue la policía, ahí en el centro de Lima, en pleno centro,
probablemente en ese edificio frente al cual muchos hemos pasado más de
una vez. Ese edificio que esconde historias de horror, como las de
Rafillo. Ese edificio donde la tortura sigue siendo utilizada contra
aquellos que se consideran menos que humanos, aquellos que son
despojados no solo de cualquier derecho sino de humanidad, de historia,
de gente alrededor que los quiso.
Esta historia no es de las que pasó desapercibida, como miles de
otras que siguen sin notarse. No, lo que le pasó a Rafillo, salió en los
periódicos. Y tu mama se encargó de todas las vueltas para la denuncia,
y nunca paró con eso. Casi pasa al olvido, pero se registró y se volvió
un “caso”. Y años más tarde, hasta fue parte de los casos emblemáticos
documentados por la CVR, porque se podía comprobar la entrada de Rafillo
a la policía y su salida muerto, y su autopsia con las marcas de
tortura. Era innegable lo ocurrido. Y aún así la justicia no llega, ni
siquiera esa justicia de los juicios, esa que ni vos ni yo estamos
seguros de que nos sirva ni de que se sienta justa…
Lleva años el juicio, que se empieza y se desarticula, y se vuelve a
empezar, y es como un teatro donde el final siempre es el mismo, que no
se puede demostrar quiénes fueron. Y quizás es cierto que no se puede
dentro de ese sistema legal, pero se sabe. Se sabe que fue una
institución y no sólo personas, una institución con una cultura
represiva que se mantiene, con un entrenamiento para la tortura que se
sigue usando contra ciertos cuerpos, con una cantidad de historias de
horror, y de impunidad que se mantienen y se siguen reproduciendo. Pero
eso no se considera en los juicios, los juicios buscan pruebas contra
personas, y cómo pues, si fue la misma policía. Y ahí sigue ese juicio y
ya ni siquiera sé en qué va, qué sigue, para dónde, cuál el siguiente
paso. Cada cierto tiempo te pregunto cómo va el caso, en qué etapa está,
y vos me contás lo que sabés, a veces con detalles incluso, y
conversamos del asunto… pero ahí nomás se me olvida, porque es otro año
más en que vuelvo a oír ese sinsentido, un sinsentido legal
incomprensible, de más de lo mismo.
Y nadie quiere hablar de eso, sólo los mismos de siempre, y a veces
ni siquiera nosotrxs, sino fuera porque cada Abril, nos asalta el
recuerdo y nos vuelve la terquedad. Y poco a poco se suman otras voces,
quizás por esa memoria terca y hasta necia, esa con que sacas y convocas
siempre algo, esa con que tu viejo y mucha otra gente se nos aparecen,
aunque sea sólo para incomodar. Y son voces que se acercan pero se
pronuncian desde larguito, y siempre aclarando y señalando y hasta
sentenciando, porque no se puede hablar de tu viejo, de nuestrxs viejxs,
de esa historia… no se puede sin aclarar, sin deslindar, sin señalar,
sin sentenciar y declararlos culpables… no vaya ser. Y nosotrxs igual,
sentimos que algo se hace, que algo se avanza, que algo se empieza de
ese diálogo al que apostamos, a pesar de todo… pero siempre queda esa
sensación de no saber qué decir, por dónde empezar, ni cómo explicar, ni
qué se puede decir y qué no… si todo está tan atravesado por los
afectos, por la mezcla de emociones de ser chica y haber crecido en
medio de todo eso, y una busca el argumento racional en medio de todo
aquello que no se puede decir, y por aquello que ya ni uno sabe qué
piensa porque los lenguajes y las conversas están tan cargados de esa
misma lógica de sentenciar o defender… y no es nada de eso lo que viene a
la mente, ni mucho menos al corazón.
Yo estaba con todo eso, con la cabeza muy cargada, con el insomnio
típico de abril, con el corazón compungido… Y vos me salís con mirar
para adelante, con dejar la memoria melancólica, y darle vuelta hacia la
alegría y la celebración y la foto riendo… y veo de nuevo la sonrisa de
tu viejo, el post de un amigo que le conoció amante del baile y la
fiesta, y la foto con tu hija… y dejo todo eso de lado para apostarle a
eso, a compartir la risa y a la celebración de la vida, de muchas vidas
que le siguen apostando tercamente a cambiar las cosas.
Goya Wilson
http://www.hijosdeperu.org/blogs/43/25-anos-celebrando-la-vida
