Cavilaciones

Cavilaciones

De silencios y otros ruidos, comentarios de Goya Wilson

Es imposible hablar del libro De Silencios y Otros Ruidos de Rafael Salgado, sin repasar por la memoria de dónde viene este libro, cómo nos conocimos, y qué significa para el nosotros que fuimos construyendo.

Yo y Rafael nos conocimos en Cuba, cuando él se encontraba estudiando becado y yo estaba en una estancia para tratar problemas de salud que se habían complicado. Nos vimos contagiados por las emociones que despertaban en esos momentos el reconocernos en una historia común, que había algo que compartíamos y que sentíamos al juntarnos como HIJXS. Cada vez que veía alguno de los del colectivo o que se juntaban, saltaban pedazos de sus historias, no solo de cada quien individualmente, sino de cómo se entrecruzaban. Hasta hoy seguimos encontrando coincidencias que nos sorprenden.

Aquí me toca explicar que yo además de haber sido socióloga me había ido alejando de “la disciplina” por mi interés en las historias de vida, y que la ocurrencia de grabar o registrar las historias de HIJXS venía además de poder entender mi propia historia, la que fue y la que pudo ser si mis padres no hubiesen dejado el país en 1991.

Y así me hice parte del grupo de HIJXS de donde rescato las muchas conversas que me permitieron re-encontrarme con mi historia y reconectarme con un país que había dejado atrás pero del cual ya no he podido desprenderme. La relación que formamos dentro del colectivo ha sido muy importante para todes, y siento que nos nutrimos mucho de las experiencias de cada quien y de cómo fuimos cambiando y de que nos permitimos interpelarnos, y pelearnos… y dejar espacio para pensar y posicionarnos de modos distintos.

Hace mucho que no nos juntamos como grupo, pero Rafa continúa ese camino con este libro. El camino de la memoria terca. Este Abril se cumplen 30 años de la tortura y asesinato de Rafael Salgado Castilla. Me parece que fue ayer que fuimos a ver lo del registro de víctimas, que fue ayer que escribíamos algo por los 25 años… un texto en el que nos preguntábamos qué forma tiene la justicia?

HACER COMUNIDAD

Se necesita de muchas personas para que un libro salga a la luz. En el caso de este libro, se necesitó de muchísima gente. Algunas de esas personas ya no están con nosotros, pero siguen en nuestras memorias, siguen aquí al ladito, y reaparecen de tanto en tanto.

Rafa menciona muchos momentos en los cuáles va elaborando su historia en compañía de otras personas, sujetos individuales y sujetos colectivos. Y también de las historias de otras personas. Y es que no existimos en aislamiento, sino que nos vamos haciendo y des-haciendo en relación a los otros, en el contacto con otras historias que nos van haciendo posible y que, porqué no, nos van también cambiando.

La escritura va mostrando diversos momentos de cambio, algunos más explícitos, otros más implícitos, pero podemos ver el cuidado con que está escrito, y el cuidado con el que presenta esos pequeños pero significativos cambios a la hora de elaborar su historia.

Así su historia de niño no es la misma que la que logra elaborar en su primera época universitaria, ni tampoco la misma que cuando encuentra a los familiares y a los compañeros de militancia de su padre. Su historia también se resignifica al encontrarse en Cuba y con el grupo de HIJXS donde el estigma no está tan presente. La vuelta a Lima en la siguiente etapa impone también otros cambios, conocer otras historias le va dando forma a la suya, le hace reflexionar sobre sus propios rechazos, sus propios vacíos, y re-piensa como hacer un lugar para su historia en medio de otras historias. Sabiendo que la suya es parte de un entramado, un pedacito. Pero un pedacito que nos puede ayudar a escuchar distinto, a entender complejidades en las vidas a las que no hemos querido poner atención a pesar de que compartimos espacios comunes.

RECHAZAR Y ABRAZAR EL SILENCIO

El libro empieza con un rechazo fuerte al silencio. Un impulso de ruptura contra el silencio. Un silencio impuesto, un silencio al que se acomodó en ciertos momentos, pero un silencio que termina siendo ensordecedor. Esos silencios ruidosos de los que hablaba Gabriel Gatti (investigador uruguayo), esos que dicen mucho sin hablar siquiera.

Silencios que Rafael siente como un peso, que van acumulando daños en una infancia que es por demás vulnerable. Silencios frente a los cuales Rafael se quiere acomodar, luego separar, distanciar, y finalmente romper.

Pero los silencios son algo que también generan complicidades, de esas que le hacen ser capaz de encontrar otras historias compartidas. De esos que le hacen capaz de escuchar historias de violencia, de daños desde la infancia. Las historias no dejan de existir por haber sido silenciadas… esas historias siguen circulando así en voz baja…. Pero siguen ahí en el subsuelo, se van moviendo en ese territorio, y de algún modo ese subsuelo es lo que les permite ir tomando forma.

Los silencios son algo que Rafael también logra abrazar, silencios que le permiten una escucha atenta, que le permiten reflexionar, ubicarse en el mar de historias habladas y silenciadas. Re-pensar también qué significa alzar la voz, y revisar también el para qué sirve? Si acaso sirve, su historia. Cuál es el sentido de compartirnos esa o esas historias…?

En su escritura hay mucho de revelarse, casi desnudarse ante el resto, como si a mayor detalle describiendo escenas, diálogos, fotografías y emociones pudiese convencernos más de su verdad. En la escritura también hay preguntas que le asaltan de manera recurrente, encuentros con otras y otros que le hacen avanzar o detenerse en su impulso de “contarlo todo”. A como él mismo le llama, más allá de “el temita”.

Y es que hasta el vocabulario nos falta o nos falla. Cómo hablar? Desde qué lugar? Y qué va pasar? Esas preguntas nos siguen retumbando a la cabeza quienes como Rafael compartimos esa historia. Una historia que no elegimos pero de la que fuimos parte y que nos marcó, y que de algún modo nos hizo más vulnerables a otras violencias, no solo la violencia del estigma sino la del abuso sexual. Ante quién denunciar… la policía? No habíamos ya para este momento aprendido a guardar secretos? A que era mejor no contar, que el silencio también era para protegernos, no solo a nosotrxs sino a las personas que queremos… una estrategia de sobrevivencia… Cómo entonces, hablar?

LAS VIOLENCIAS

Las historias que cuenta Rafael nos hablan de cómo las violencias en nuestras vidas están interconectadas. De que hay un entramado de violencia, que actúa sobre unos cuerpos de manera brutal, y sin permiso. Que hace posible que la violencia se perpetúe, se haga cíclica, que se nos dificulte poder confrontarla, cambiarla sin usar aún más violencia para romper el ciclo.

Pero también, siento yo que nos hace ver que hay mucho sobre la violencia o las violencias que aún no logramos entender y en muchas ocasiones no queremos. Preferimos pensar en la violencia como algo mounstruoso y no cercano y no cotidiano. Así cuando una historia de violencia rompe el silencio, nos sorprende, no sabíamos, nos hace preguntarnos cómo así pudo ocurrir y seguir ocurriendo. Pero, cambiamos realmente algo?

Aquellos que para algunos son mounstruos para otros fueron seres amorosos, y sí es posible tener sentimientos encontrados, sensaciones ambiguas, tener más preguntas que respuestas, ir y venir con ideas aparentemente contradictorias pero que viven así dentro de nosotras y nosotros. Porque somos seres complejos y llenitos de contradicciones, también capaces de reflexionar y compartir estas contradicciones para acompañarnos, para saber que no estamos solos y que no necesariamente tenemos que saberlo todo, tener las respuestas, tenerla clara para poder hablar.

TERRUQUEO

El libro de Rafael siento que nos interpela a cuestionar muchas verdades asumidas como estables. Aquellas que dictan que el hijo de un terrorista no tiene nada que hablar ni aportar. Enunciadas por aquellos que pueden decir siempre “el terrorista es el otro”, un ser expulsado de la sociedad, que pierde todos sus derechos una vez que se le asigna esa etiqueta.

Pero no solo aquel que es designado como terorrista, sino que el rechazo y la expulsión es también para aquel que quiere hablar sobre ellxs, aquel que quiere investigar el tema, aquel que quiere contar sus historias o las historias de sus familias, o las historias que fueron impactadas por decisiones que no fueron suyas.

Son también expulsados aquellos que pues “parecen” terroristas, aquellos que nos recuerdan a los terroristas, aquellos que el estado reprimió y que pues “por algo será”. Aquellos que protestaban contra la gran minería en sus territorios, aquellos que protestan ahora. Son todos terroristas… Y la defensa que usamos, es no, el terrorista es el otro. Es el Estado, es el grupo tal, es mi padre. Yo no. Yo nunca.

La etiqueta funciona porque la aceptamos como válida, porque creemos aún que nos ayuda a dar sentido a lo que pasó durante la guerra interna. Sin embargo, lo que mantiene haciendo en el presente parece ser más bien dejar la capacidad instalada de que es posible despojar a personas de su humanidad, despojarlo de sus derechos y todo lo que eso conlleva, hacerlas fantasmas innombrables como dice José Carlos Agüero. Se ha hablado en estos meses de que el terruqueo se ha vuelto letal… cuando en realidad siempre lo fue.

Y quizás te funcione decir que yo no, sino el otro… pero hasta cuándo?

ABRIL EN LA MEMORIA

Yo sé que el libro no era parte de ‘Abril en la Memoria’ pero ocurrió en Abril y entonces se volvió parte. Así, me permito traer a la memoria una historia de Abril, y es la historia sobre el caso Molinos que Rafael menciona en el libro. Molinos se trata de un caso que contiene un reflexión que hace mucho se hace desde el grupo de HIJXS, desde familiares, y desde muchas personas de las comunidades más afectadas venimos intentando poner sobre la mesa.

Y es que en el Perú históricamente se ha eliminado al otro, y no solo matándolo sino además desapareciendo sus cuerpos, sin dejar rastro, dejando solo la incertidumbre y el miedo.

En Molinos hace 34 años desaparecieron los cuerpos de militantes del MRTA y de 15 o 20 comuneros de la zona. Aún no se sabe con exactitud cuántos fueron ni donde están todos. Se ha exhumado la fosa común donde los enterraron, pero no se han identificado los restos. Están ahí hace años en unas cajas de cartón olvidadas en la fiscalía provincial.

A nadie le importa, excepto a sus familiares que aún los recuerdan, y algunas de sus hijas que exigen les devuelvan los restos. Por qué no los entregan? Son solo restos de cuerpos… Si una se acerca a preguntar sobre el caso en la fiscalía te preguntan si eres terrorista o comunero? En ninguno de los dos casos hay respuesta. Sigo sin entender entonces la pregunta.

He estado pensando con precisión que palabras puedo y no puedo decir, cómo debo hablar de esto o de aquello, hasta dónde puedo empujar lo que se sabe y lo que no se sabe. No lo sé, me da nervios, se me viene el dolor de panza, y se me tuerce la voz…. Pienso en los que no pueden estar aquí con nosotros… Y en el qué dirán… Pero hoy solo quiero sumarme a celebrar el valor que conlleva publicar, no solo hablar, no solo escribir, porque eso lo hacemos muchos… y a cada rato… celebrar sino el publicar y publicar un libro. Y más aún un libro como el de Rafa que espero puedan leer.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *