Cavilaciones

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Entrevistado por Valeria Lopez de Somos Periodismo

Esta entrevista fue realizada por Valeria López para el curso Taller de Crónica y Reportaje, dictado por el profesor Mario Munive.

«Durante años, su forma de sobrevivir fue callar. Hace dos, decidió levantar la voz. En su libro «De silencios y otros ruidos» (2022) habla sobre su padre, Rafael Salgado Castilla, un militante del MRTA que fue asesinado por el Estado en 1993. Callar se había vuelto una carga muy pesada. Testimoniar, una necesidad. Pero más allá de una historia marcada por ser un ‘hijo de la guerra’, ¿quién es Rafael Salgado Olivera?»

A continuación les comparto algunos extractos de la entrevista que me realizó Valeria López. Pueden leer la ENTREVISTA COMPLETA o escuchar el PODCAST.

—Una parte de tu identidad está ligada a ser hijo de tu padre. ¿Cómo asumes este vínculo?

—Creo que depende mucho del contexto. En Perú, esa identidad cobra fuerza: todo lo que haga o diga está permeado por ella. Condiciona mi cotidianidad. Esto se agudizó a medida que fui un personaje más público. Sobre todo en redes sociales, donde expreso abiertamente que mi padre perteneció al MRTA. Las personas rápidamente van a hacer alguna referencia a mi historia familiar. 

—Tu libro se suma a los de José Carlos Agüero y Renato Cisneros. ¿Qué diferencias y semejanzas encuentras con sus testimonios?

—Hay emociones compartidas, pero la diferencia sustancial es que mi punto de partida no es la vergüenza. Yo no crecí con vergüenza de mi padre. Yo crecí en un país que no me permitía elaborar la historia de mi papá tranquilamente. Agüero es una persona a la que estimo mucho, pero él parte de ahí. Aunque sí, ambos experimentamos emociones similares como las distancias y los silencios. 

—¿Por qué sigues luchando contra la impunidad?

—A nivel personal, lograr algo de justicia sería muy importante para mí y mi familia. A nivel colectivo, denunciar y contar es una forma de luchar por estos cuerpos que nadie quiere defender. La impunidad de las violencias ejercidas sobre quienes formaron parte de Sendero Luminoso o el MRTA funciona como una suerte de pedagogía del terror donde quienes son llamados ‘terroristas’ pierden sus derechos. En todo el mundo se justifica matar al ‘terrorista’, véase el caso de Palestina. Mi lucha es intentar romper con esa verdad. Mi intención es que el Estado reconozca que los derechos humanos sean realmente para todos. A mi papá le correspondía ser apresado y juzgado, no torturado ni asesinado. Lamentablemente, para muchos hablar de derechos humanos de integrantes de movimientos subversivos es un sinsentido.

Trascender en la memoria

—Cada vez aparecen más productos culturales relacionados con la memoria del conflicto. Para Enzo Traverso o Juan Carlos Ubilluz, muchos de estos son pensados o consumidos solo como mercancías. ¿Qué opinas de este nuevo panorama?

—Creo que es muy político despolitizar la memoria. Buscan hacerte sentir que se trata de una cosa del pasado y no algo que se repite en el presente como otras formas de violencia. Además, mucha de esta producción memorial tiene un discurso único bajo la lógica del monstruo de Sendero Luminoso y el Estado que comete excesos. Esto está muy desligado del factor económico: la guerra como un motor para la introducción de políticas neoliberales relacionadas con el extractivismo, el narcotráfico, etc. Hay toda una lógica económica que queda relegada cuando solo se toma en cuenta el discurso memorial centrado en las víctimas.

—¿Qué esperabas aportar al publicar tu libro?

—Al principio tenía nervios por aparecer públicamente pero no pasó gran cosa. No podría decir qué impacto ha tenido. Me quedo con una frase de Laura Arroyo en la presentación de mi libro en España: “Nosotras las feministas siempre decimos ‘Cuánto patriarcado tengo en el cuerpo’. Después de leer el libro de Rafael digo: ‘Cuánta verdad oficial tenía en el cuerpo’”.

—Eres padre, ¿cómo ha sido esta experiencia y de qué forma le hablarías a las nuevas generaciones sobre la guerra interna?

—Cuando me enteré de que iba a ser papá me llené de angustia pensando en cómo le iba a contar a mi hija la historia de su abuelo. Mi psicólogo me dijo que esa respuesta la buscaba más que para ella, para mi niño interior: cómo explicarle todo lo que vivió. A mi hija le permito preguntarme lo que desee y le respondo de acuerdo a su edad. En general, creo que necesitamos tratar de entender por qué llegamos a momentos donde las personas ven la violencia como una vía. No solo para aproximarnos al pasado, sino porque entender esa violencia nos permite luchar contra las que actualmente se están generando. Finalmente, pensar la violencia de forma global y más allá de los actores armados: las familias, las instituciones, la sociedad entera fueron atravesadas por diferentes violencias.

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