Cavilaciones

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Senegal, África, un viaje soñado (I)

A fines de julio cumplí un sueño: pisé por primera vez el continente africano. Noémie y yo habíamos elegido ir a Senegal, básicamente, porque allá viven amistades nuestras a quienes queremos mucho. Hasta llegar allá no sabía nada de la significación de ese país. No busqué nada, me dije que todo lo iría descubriendo. Quizás por eso, o porque no podría ser de otra forma, viví muy intensamente ese viaje y todos los lugares e historias con las que me topé, algunos de los cuales quiero compartirles.

El primer lugar que visitamos fue Dakar pues ahí viven nuestras amistades, y en una ciudad cercana queda el aeropuerto internacional. Llegamos de madrugada. Pasar migraciones fue una alegría, sobre todo porque, solo dos semanas antes me había “acordado” que soy peruano, y entonces, de que seguramente me tocaría pedir visa. Y no me equivoqué. Tuve finalmente mucha suerte de que la visa saliera rápido.

Ni bien llegamos a la casa de nuestras amistades, nos instalamos en el cuarto que nos habían reservado. No sé si ha ustedes les pasa, pero cada vez que llego a una casa me gusta mucho revisar las bibliotecas. Siempre se descubre algo nuevo, algo que uno no conoce, incluso algo que no conoces de tus propias amistades. Los libros que conservamos pueden decir mucho de uno mismo.

Revisando estaba entonces, cuando me di cuenta de un libro titulado Negritude et Amérique Latine, Colloque de Dakar 7-12 janvier 1974. Me llamó mucho la atención, quizás porque no esperaba encontrar tan rápido conexiones con América Latina. Al revisarlo me di cuenta que habían textos en francés, portugués y castellano. Pero lo que más llamó mi atención fue que había un texto de Nicomedes Santa Cruz titulado “Aportes de las civilizaciones africanas al folklore del Perú”. Además, leí también que había asistido al coloquio Victoria Santa Cruz. Sí, casi 50 años después de que esas dos personas a las que admiro estuvieran en Dakar, llegaba yo.

El texto de Nicomedes analiza algunas danzas afroperuanas, como en landó, la zamacueca, pero sobre todo de la marinera, para mostrar las herencias africanas de la cultura peruana. Critica también como las danzas y cultura negra fueron juzgados desde la moralidad occidental, sin tener en cuenta que cada pueblo construye su propia moralidad. Además describe de manera breve como los negros en el Perú han estado presente de todo proceso histórico aunque siempre se les intente invisibilizar.

Si bien habló sobre todo de las danzas, en la introducción escribe unas líneas que resonaron muy fuerte con los que estaba sintiendo: “… nuestra historia no comienza en América sino en África. Allá quedó la otra mitad de nuestro ser, y por eso siempre hemos sentido el imperativo llamado de la sangre lejana, de la tierra natal, de la Madre África. Más ahora, que de uno y otro lado del océano tratamos de juntar ambas partes para reconstruir ese gran cuerpo roto, mutilado por el tráfico esclavista y la ambición humana”. Estas líneas quizás reflejan mucho porqué hace tiempo soñaba con viajar a África, quizás desde que asumí mi identidad de negro peruano.

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Como no habíamos previsto ningún itinerario para nuestras vacaciones, el primer día estuvimos conversando con nuestros amigos sobre lo que podíamos visitar. También leímos las guías turísticas y buscamos en internet todo lo que podríamos visitar en las casi tres semanas que pasaríamos en Senegal. Yo ya había anotado el parlamento senegalés, pues ahí fue donde se desarrolló el coloquio de negritudes.

Nuestro primer destino fuera de Dakar fue Saint-Louis, una ciudad en la frontera con Mauritania, que durante gran parte del periodo colonial, fue la capital del África francófona del oeste. Esta es una zona muy bella, principalmente por las islas de arena producidas por la desembocadura del río Senegal en el Océano Atlántico. Es una zona con una diversidad enorme de aves, que incluye aves migratorias que llegan en ciertas épocas del año a las reservas de la Lengua de Barbaria y al Parque nacional de las Aves del Djoudj.

Saint Louis es una ciudad con una energía histórica. Una ciudad intensa, expresión de ese pasado colonial y también, una en la que el cambio climático se siente más que una amenaza futura, una realidad del presente. Es también una ciudad llena de contrastes, en la que rápidamente puedes pasar de zonas acomodas, a otras con mucha pobreza. Están las zonas con viviendas muy bien conservadas, o recientemente construidas, en donde viven miembros de las fuerzas militares senegalesas o políticos históricos de ese país, y también personas extranjeras, en su mayoría europeas, y también zonas bastante empobrecidas, precarizadas, donde la gente vive hacinada, como es el barrio de pescadores Guet Ndar, según algunas estadísticas el barrio más densamente poblado de África.

Nosotros nos alojamos en un Hotel que estaba en un extremo de la ciudad, al final del barrio de pescadores por lo que todos los días atravesamos Guet Ndar. A pesar de la imagen construida, de los prejuicios que te cuentan, nunca nos pareció un barrio peligroso. A mí me interesó mucho conocer un poco de la historia de este barrio. Ahí supe que Saint-Louis, durante la colonia, fue un punto al que los esclavistas llevaban las personas esclavizadas. Había, y aun se puede visitar, la casa de los esclavos. Ahí se quedaban aquellas personas que se consideraba no iban a resistir el viaje transatlántico hacia las Américas. Muchas de estas personas terminaron siendo destinadas al trabajo esclavo doméstico. Poco a poco a medida que se fueron liberando se fueron encontrando en el barrio que hoy es Guet Ndar, y terminaron dedicados a la pesca.

La pesca es una de las actividades más importantes de esta región. Es por eso que el cambio climático los está afectando terriblemente. Las pequeñas islas que se formaron en la desembocadura del río Senegal permitían la pesca en zonas aledañas a la costa. Muchas de estas islas se están perdiendo, y esto hace que se encuentren expuesto directamente al mar Atlántico dificultando enormemente la pesca. En algunos países africanos desaparecen casi dos metros de playa al año. En el norte de Senegal, 2.600 personas han perdido su hogar en los últimos meses.

Es imposible no conectar esta realidad con las crisis migratorias, con el hecho de que todo eso está empujando a la gente a pensar en migrar, y no en buenas condiciones. A Saint Louis llegan niños de diferentes regiones y países, se les conoce como los niños coránicos. Son niños que terminan siendo explotados por hombres que los obligan a mendigar. Quizás todo eso configura que cuando jóvenes se siente presionados a emigrar. En la memoria están las barcas de la llamada crisis de los cayucos de 2006 y 2007 hasta las islas Canarias.

Mucho de lo que cuento lo supe gracias a Babacar, un guía que nos recomendaron en el hotel donde nos alojamos. Durante todo el tiempo que pasamos juntos, nos contaba la historia de su ciudad, de tiempos otros de un gran esplendor. Su voz, las historias que nos contaba, permitían entender en algo el panorama actual de la ciudad marcada por zonas en ruinas, por la pobreza, por los impactos del cambio climático y de cómo Saint Louis volvía a ser arrebatada de las manos de sus habitantes oriundos: ven esa casa, esa la compró hace un tiempo un francés, esa otra la compró un alemán… las mejores casas son ahora de propietarios extranjeros, nos dijo. Espero que mis textos logren transmitir en algo la angustia que sentí al escucharlo.

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